Hasta anoche había logrado observar desde mi atalaya la implosión socialista; hasta anoche, cuando mis padres se acostaron y yo me quedé a solas con mi hermano, cuando, rayana la medianoche, levantó la cabeza del móvil como si la accionase un tensor: ¿y tú con quién ibas, con Pedro o con Susana?
En mi mente tenía clara la respuesta, pero no supe qué decir. Recordé a Pasolini, quien tiene un textito, al que yo llegué por recomendación de Rendueles en algún momento de esta conferencia. El mismo se titula Fuera de palacio y en él, Pier Paolo contrapone palacio y plaza. El PSOE no es ajeno a esta realidad, también tiene su palacio y también tiene su plaza; si por un momento la opinión de quien manda en palacio coincide con la opinión de quien se halla en la plaza, el resto de cortesanos reacciona. Cortesanos con baronías, miembros de una élite política que se subordina al poder económico, piezas de un sector aliado en una gigantesca trama oligárquica. En esta situación no se permiten conexiones entre ambas esferas, y es que unas veces más opaco y otras más transparente pero siempre ahí, queda el muro que las divide y que se erige con secretos y prácticas corruptas.
La idea que nos transmite Pasolini y que enuncia Rendueles no es otra que la constatación de que, más allá de los mecanismos democráticos formales que todos apreciamos con cierta nitidez, existe un autoritarismo encubierto, que ha sido capaz de adaptarse a ellos y confundir a la plaza en fondo y en forma. Y siempre, siempre gana.
De momento.