El pasado mes de diciembre estuve leyendo el tercer volumen de Los Enemigos del Comercio, la ingente obra de Antonio Escohotado, un documentalista excepcional. La trilogía, que, a mi juicio, cuenta con un magistral primer volumen, que abarca hasta la Revolución Francesa y en el que Escohotado aúna aportaciones teóricas con una excepcional recopilación de datos, se desinfla bastante en los dos tomos siguientes; el segundo, dedicado al período que comprende desde la Revolución Francesa hasta los primeros años del siglo XX y el tercero y último, en el que se fija a Lenin como punto de partida y se llega hasta nuestros días.
Mi padre, que no sigue mucho mi día a día, con todo lo positivo pero también lo negativo que ello supone, me envía muy enfadado, vía WhatsApp, un corte de una conferencia de Antonio Escohotado, en la que narra que en el tránsito de Rusia a la URSS, ésta perdió en su Guerra Civil 1.500.000 personas, dato éste que contrapone con lo que él denomina como «los primeros cinco años de hégira de Lenin» (creo que el término no es el más adecuado, ya que andaba de vuelta y no de ida), en los que fallecieron «de hambre y de frío» 30 millones de personas, lo cual suponía un cuarto de la población. Mi tocayo se asombra de que esto no lo enseñen en la escuela, a mí me asombra que él se cuele en 25 millones de muertos para el cálculo de este período.
Aún así, Escohotado tenía un episodio mucho más interesante para protestar por el hecho que en la escuela se oculten los muertos que sufrió la URSS a causa de las colectivizaciones. Me refiero, evidentemente, a «los efectos letales de la colectivización estalinista de los años treinta, cuyas estimaciones más ajustadas se aproximan a los 9 millones para el periodo 1927-1936, que tuvo un efecto especialmente devastador en Kazajistán y en Ucrania».
Pero es que, aun si los profes y seños contasen esto en la escuela, sólo algunas clases después habrían de hacer referencia a otra catástrofe demográfica, dado que «la restauración del capitalismo supuso un incremento repentino de la mortalidad. La tasa homologada de muertes entre los hombres rusos mayores de 16 años aumentó un 49 por ciento entre 1988-1989 y 1993-1994, y entre las mujeres un 24 por ciento.
La cifra de cuatro millones de muertes adicionales como consecuencia del retorno al capitalismo en los noventa calculada por Marmot es considerablemente inferior a las suscitadas por la colectivización estalinista. No obstante, en lo que respecta a Rusia, la tragedia de la colectivización de los treinta y la privatización de los noventa son comparables. Desde 1930-1931 hasta 1933 la tasa de mortalidad (bruta) rusa aumentó un 49,5 por ciento, es decir, prácticamente lo mismo que sesenta años más tarde».
El entrecomillado de esta entrada lo obtengo del libro de Göran Therborn, La desigualdad mata (Madrid, Alianza, 2015, p. 18), citado por César Rendueles en su blog personal https://espejismosdigitales.wordpress.com/ con fecha de 7 de septiembre de 2015.