The central rule in life is that it is much, much better to panic early than late.
Nassim Nicolas Taleb
Durante estos días y a cargo de autoridades y medios de comunicación se reitera constantemente la apelación a una responsabilidad individual para la contención del SARS-CoV-2, cuando, a mi juicio, justamente la falla se encuentra en la responsabilidad colectiva. La diáspora de madrileños hacia puntos de la periferia española da buena cuenta de la alarmante falta de empatía con la comunidad. Esta realidad confronta con la gran imagen que proyecta España en el reconocimiento de derechos y libertades (pensemos, por ejemplo, en el porcentaje de aceptación de la homosexualidad o en reinvidicaciones asistenciales por momentos masivas). A raíz de ello, quizá quepa preguntarse sobre si tales niveles de tolerancia no se deben más bien a una situación de toma de conciencia de una afectación personal (en mi entorno más próximo existe un caso o puede darse un caso) no disruptiva con las coordenadas de un específico encuadre moral y, por otra parte, de qué modo la disgregación en colectivos (operante no sólo mediante la pertenencia a uno de ellos, sino también sobre la cercanía al mismo y, consecuentemente, el establecimiento de distancia, cuando no barreras, respecto a otros grupos) ha supuesto una ruptura en la percepción de una identidad más amplia, que en este caso sería el Estado o la nación.
Los nuevos clérigos
En Irán se han contabilizado 44 muertos por la ingesta de alcohol industrial, consecuencia del rumor difundido acerca de que el alcohol de muy alta graduación eliminaba el virus. En España, la alfabetización aún nos guarece de los clérigos del siglo XXI.