Rajoy y su entorno lo han tenido claro en todo momento: hay una base social independentista muy fuerte, pero las élites no lo son. Y es probable que continúen sin serlo, sin embargo actúan como tales, pues siempre es más sencillo defender unos principios que creer en ellos. Resulta relativamente fácil saber por qué, dado que en un hipotético nuevo país todos escalarán posiciones. Esto no es un gran hallazgo, ha de ser una tesis que seguramente se ha mencionado por otros, pero que yo no me he encontrado, al menos recientemente.
Puigdemont pasará de ser presidente de una comunidad autónoma a ser presidente de un estado, el profesor de Filosofía Política que azuza en redes a los jóvenes para que empapelen las calles se convertirá por mera aritmética en una autoridad intelectual en el nuevo país, los articulistas que estos días piden mambo en las columnas de Barcelona y en las tertulias de Madrid serán entonces las primeras plumas del nuevo estado.
La historia no la hace el pueblo, pues para que este actor opere alguien antes debe decidir qué cosa es el mismo, y tampoco la hace el individuo aislado, ya que esta tesis no es más que uno de los tantos infantilismos que caracterizan a la ideología liberal. La historia la hacen las élites y la independencia de Cataluña, como todo su desarrollo autonómico, es una excelente muestra de ello. Por esto, la infinita torpeza del Gobierno de España, actuando contra la gente de la calle y mostrando una inacción total frente a aquellos que la situaron allá, merece el rechazo absoluto de todos los españoles.
Es un pulso entre élites y ellos van ganando, sólo una sustitución rápida y acertada de quienes comandan las operaciones del Estado con desacierto y cobardía puede voltear la situación. Desgraciadamente, es algo que no ocurrirá.
Empieza bien, pero … el último párrafo es una … parida Vaya, una decepción!
Muchas gracias por su lectura, Borja.